Segunda película del director Fernando Eimbcke, nos relata la odisea de Juan, un chavo que intenta arreglar su coche que acaba de chocar, donde a lo largo de la película vemos a Juan en su intento por arreglar el auto encontrarse con un uninverso desconcertante formado por personajes que, como él, se enfrentan al doloroso y maravilloso acto de vivir.
Haciendo uso de los planos fijos generales, vemos pasar a un tsuru rojo, luego la imagen nos lleva a fondo negro y sólo escuchamos el rechinar del carro que no enciende, primero que nada nos dice el director, imagina, y como vamos adentrándonos poco a poco en la historia, igualmente nos vamos dando cuenta de pistas que nos van guiando hacia las respuestas de Juan, de el porqué él mismo se hizo chocar con un poste.
En realidad lo que Juan desea es mantenerse alejado de su hogar, de ese lugar donde se respira pesadumbre y duelo por la reciente muerte de un ser querido, su papá. Pero para llegar a esa conclusión el director nos da pistas y son cuando vemos a la mamá de nuestro protagonista encerrada en el baño con un montos de fotografías, que a él lo abrazan cuando lo ven, una señora le habla de la palabra de Dios y le dice que los muertos en Cristo resucitaran, al pasar a un cementerio. Como vemos la carga sigue en él y se hace presente en todo su caminar.
Vemos a nuestro protagonista vestido de pantalón negro y playera blanca, caminando solo, sin gente en las calles, en un día soleado y él buscando a alguien que le ayude con su carro y también a alguien quien le ayude a él.
El uso del blanco y negro dicotómicamente presente a lo largo de la película, en los letreros de los talleres así mismo como los nombres, oasis, el renacimiento, nos habla de la muerte y vida, la soledad, la pureza, la búsqueda de paz, el silencio, y son esos colores que los tenemos en cuenta en la vestimenta de nuestros personajes.
Como en los videojuegos de aventuras y pistas como hacia mención en los párrafos anteriores nuestro héroe interactúa con diferentes personajes paradigmáticos; tenemos el del mecánico, un señor quien es un tanto gruñón y alejado de la sociedad, y que vive con su perro llamado Sika al que trata como a su familia; Juan pierde al perro y al ir a buscarlo con el señor encuentran a Sika con una familia jugando feliz con los niños, nos deja la lección de que tienes que dejarlo ir, aunque nos duela, él estará mucho mejor.
Así mismo conocemos a una chava punk y liberal, pero madre de un bebe de quien se tiene que hacer cargo, ella le pide de favor a Juan que le cuide a su bebe, sin embargo como ella ya no se va a cantar se queda con Juan, se fuma un cigarro y se quita la blusa y él la playera, la desnudez de su cuerpo, la desnudez de su alma, él lo único que hace es abrazarla y llorar.
Y David un chavo fanático del kung fu, quien le enseña de que necesita sacar su contenido emocional, no ira. Son estas pequeñas lecciones que dejan en Juan un desahogo para sentirse en paz como en el lago Tahoe.
Esto es Lake Tahoe, un lugar al que nunca fuimos, dice Juan a su hermanito, y eso es, un lugar que buscamos y deseamos estar, la calma en medio de la tempestad.
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