Haciendo uso de los planos fijos generales, vemos pasar a un tsuru rojo, luego la imagen nos lleva a fondo negro y sólo escuchamos el rechinar del carro que no enciende, primero que nada nos dice el director, imagina, y como vamos adentrándonos poco a poco en la historia, igualmente nos vamos dando cuenta de pistas que nos van guiando hacia las respuestas de Juan, de el porqué él mismo se hizo chocar con un poste.

Vemos a nuestro protagonista vestido de pantalón negro y playera blanca, caminando solo, sin gente en las calles, en un día soleado y él buscando a alguien que le ayude con su carro y también a alguien quien le ayude a él.

El uso del blanco y negro dicotómicamente presente a lo largo de la película, en los letreros de los talleres así mismo como los nombres, oasis, el renacimiento, nos habla de la muerte y vida, la soledad, la pureza, la búsqueda de paz, el silencio, y son esos colores que los tenemos en cuenta en la vestimenta de nuestros personajes.
Como en los videojuegos de aventuras y pistas como hacia mención en los párrafos anteriores nuestro héroe interactúa con diferentes personajes paradigmáticos; tenemos el del mecánico, un señor quien es un tanto gruñón y alejado de la sociedad, y que vive con su perro llamado Sika al que trata como a su familia; Juan pierde al perro y al ir a buscarlo con el señor encuentran a Sika con una familia jugando feliz con los niños, nos deja la lección de que tienes que dejarlo ir, aunque nos duela, él estará mucho mejor.


Y David un chavo fanático del kung fu, quien le enseña de que necesita sacar su contenido emocional, no ira. Son estas pequeñas lecciones que dejan en Juan un desahogo para sentirse en paz como en el lago Tahoe.
Esto es Lake Tahoe, un lugar al que nunca fuimos, dice Juan a su hermanito, y eso es, un lugar que buscamos y deseamos estar, la calma en medio de la tempestad.
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